martes, 27 de mayo de 2014

Ámsterdam (Liberal y Pragmática)


Amable y señorial, Amsterdam es una ciudad cargada de paradojas y alicientes. Donde imponentes fachadas del siglo de oro conviven con humeantes coffee shops, entre canales de agua sucia y carriles bici. Y es que la mil veces llamada 'Venecia el norte' se ha ganado el rango de ciudad única e insustituible, cargando la bandera de incontables causas sociales, como el ecologismo, el feminismo o el matrimonio homosexual. Y donde prima siempre el más refrendado civismo, incluso dentro de la estigmatizada senda de las drogas o de la prostitución.
Abierta de par en par, Ámsterdam recibe al visitante literalmente como uno más: indistinguible entre el mar de gentío que mana del centro neurálgico de la ciudad, la Plaza Dam . El apabullante despliegue de etnias, idiomas, colores y sabores apacigua inmediatamente la integración del bienvenido: todo el mundo habla inglés. Ahí podrás ver el Palacio Real, y visitar colindante Nieve Kerk, iglesia neogótica de la ciudad.
Después, lo mejor es echarse a andar, porque Ámsterdam es una ciudad que gana matices a pie. Y aún más, a la autóctona: en bicicleta (pero para ahorrarte inoportunos sustos cuesta abajo, ten en cuenta que en Holanda se suele utilizar el freno de pedal). Podrás ver satisfechas casas del siglo XVI, como la zona del Gouden bocht, o “recodo de oro”, ejemplo de la riqueza obtenida con el comercio de la compañía holandesa de las Indias Orientales. O dar un salto en el tiempo en el rincón medieval de Begijnhof, un reducto aislado en plena ciudad, antaño reservado a las mujeres solteras.



Los museos de Ámsterdam tienen fama en todo el mundo. En el Rijksmuseum , podrás admirar a maestros holandeses como Vermeer y la célebre 'Ronda de noche' de Rembrandt. También se puede visitar la Casa Museode este último, donde ver más de 200 grabados y bocetos del maestro. Pero, sin duda, el más famoso es el Museo Van Goh, donde se encuentran las principales obras del insustituible artista. Otra opción será visitar la famosa Casa de Ana Frank, donde aún se conserva el recodo en el que, infructuosamente, se escondió junto a su familia de los nazis. Y finalmente, cuando la pereza asista (o la frecuente lluvia), podrás dejarte llevar en un agradable paseo en barco por los canales.
En Amsterdam las casas conservan la tradición calvinista de no poner cortinas, para mostrar que no tienen nada que ocultar al resto de la comunidad. Lo podrás ver entre el barullo de la plaza Leidseplein, e incluso en barrios más bohemios como Joordan. El contraste será notablemente evidente al visitar el conocidísimo Barrio Rojo, donde las prostitutas se exhiben en vitrinas rodeadas de neones, esperando a la clientela. Y donde si una cortina está corrida, es porque la actividad que esconde lo requiere sin ambages.
Y las paradojas persistirán en los coffee shops. En ellos se permite el consumo de marihuana y hachís, pero se prohibe terminantemente el consumo de alcohol y de tabaco 'a secas'. Esta aparente contradicción responde a un principio motriz: respetar la libertad individual dentro de la bien delimitada cuadrícula del folio.





 Así es Ámsterdam, un ejemplo de superación, que ha sabido ganar el combate al agua, alimentando su colmillo comercial con la carne de mercaderes y estibadores llegados de todo el mundo. Despliegue continuo de sonrisas afables, relojes puntuales y maceteros cuidados. Ciudad donde se evita la necesidad de fiarse del otro, mediante el idioma universal del apretón de manos, y la firma al dorso del contrato. Ciudad burguesa por excelencia, que ha esquivado todas las guerras que ha podido, y se ha lucrado de otras tantas. Liberal, pragmática y educada. Así es Ámsterdam. Un lugar absolutamente único en el mundo, que no deja nunca de sorprender. Nos vemos del 4 al 8 de Diciembre Ámsterdam ;)


1 comentario: